miércoles, 16 de junio de 2010

5ª EXPOSICIÓN: ADICCIONES

Con esta quinta exposición, encontramos un tema bastante conocido pero no por ello menos interesante: adicciones. Las hay de muchas clases y tipos, pero yo hoy, centraré esta entrada en una adicción concreta, la adicción al sexo. Y para ello me ayudaré del reportaje “El Mal de los Insaciables”, de la revista dominical “El País Semanal”, escrito por la periodista Luz Sánchez Mellado. Es un poco extenso, pero es una lectura fácil y amena, y verdaderamente merece la pena. ¿Por qué he tomado esta decisión? Lo hago por varios motivos:

1) Creo que es una de las adicciones más desconocidas y de las que menos se habla. De hecho, para muchos expertos, la ninfomanía no es una enfermedad ni una adicción
2) Al fin y al cabo, la adicción al sexo no deja de ser una adicción, con consecuencias y connotaciones negativas como cualquier otra
3) Precisamente por esto último, por las similitudes que la adicción al sexo tiene con la adicción al juego o a la droga, mientras leemos el reportaje, comprenderemos que las adicciones, sean del tipo que sean y estén enfocadas a una u otra situación no dejan de ser el abuso compulsivo que altera la conciencia y el estado del individuo que consume.

Os dejo con el reportaje y a continuación, como siempre, mi aportación personal:

No son golfos, sino esclavos. Consumen sexo compulsivamente, pero disfrutan menos de lo que sufren. Puede que Tiger Woods lo sea, pero los sexoadictos reales no suelen ser ni ricos ni famosos. La insatisfacción, las carencias afectivas y las drogas están detrás de un síndrome capaz de destruir a quien lo padece.

Todo empieza con una caña. Te animas y te pules otras cuatro. Y una copita, y otra, y otra. Y alguien saca su coca, o tú la tuya. Y te haces una raya, y otra. Y te llama un colega para ir a un club, o vas tú solo. Y otra caña y otra copa y otra raya. Y te subes con una tía, y otra, y dos a la vez. Y de repente son las seis de la tarde y te das cuenta de lo que has hecho. De que llevas 30 horas desaparecido. De que tienes 40 llamadas perdidas de casa y del curro. De que te has gastado 2.000 euros en follar no sabes con quién. De que te has ido a la mierda. Y te quieres morir. Juras no volver a hacerlo, pero vuelves. Siempre es así. Y empieza con una caña".

Arturo se calla y apura el Trina. Antes, ni ha reparado en el rictus de extrañeza del barman de esta cervecería madrileña, un veterano que seguro esperaba un pedido más potente por parte de semejante cliente un viernes a las ocho de la tarde. Porque Arturo, este agente comercial de 36 años, impone lo suyo. Hace falta mucho aplomo para llevar ese traje príncipe de Gales y esa corbata de apabullante nudo Windsor como quien lleva un pijama. Arturo puede. Exuda seguridad en sí mismo. Cuando aparece, despliega un móvil, una blackberry y un miniportátil. Viene de negociar un pedido y le quedan flecos pendientes, explica mientras acribilla los teclados. Luego cierra sus chismes, mira a los ojos y suelta la anterior parrafada. Él solo. Sin esperar preguntas. Sabe a qué ha venido. A contar su vida. Y eso hace. Sin dramatismo. Sin autocompasión. Con pelos y señales.


"Al principio eres el rey del mambo: te lo haces con tías alucinantes que te comen la oreja y vas tan ciego que te lo crees. Hasta que un día conoces el proceso, sabes que te estás destruyendo, y no puedes evitarlo. Yo mismo digo: ¿cómo he llegado a esto? No he perdido el trabajo de milagro, no me ha dejado mi novia de milagro, estoy vivo de puto milagro. Trabajo 16 horas, llevo una vida perra, el alcohol, la coca y el sexo son mis vías de escape, y bla, bla, bla, de acuerdo. Pero la culpa de lo mío es mía y el resto son excusas. Aquí donde me ves, soy un esclavo. Tengo todo controlado menos mi vida".

Arturo es un adicto al sexo real, con un trabajo real y un problema tan real y acuciante como para pedir auxilio urgente. Hoy ha ido por primera vez a la consulta de Carlos Dulanto, un médico especializado en adicciones. Al despacho de Dulanto en la zona noble de Madrid acude más de un centenar de personas buscando ayuda para liberarse de su yugo particular. Cocainómanos. Alcohólicos. Ludópatas. Adictos a Internet. Compradores compulsivos. Y adictos al sexo. Algunos, a varias cosas o a todo a la vez. Jóvenes y maduros, profesionales y parados, gente lo bastante solvente para abonar los 80 euros de cada sesión semanal de una terapia que requiere un mínimo de un año. La mitad llegará a esa meta rehabilitada o en vías de rehabilitación. La otra abandonará el tratamiento. Todos serán adictos de por vida. La del sexo, como todas las adicciones, no se cura, dice Dulanto. Se controla o no se controla. O puedes con ella, o puede contigo.

Esa es la batalla interior que ha emprendido Arturo. Está seguro de que él formará parte del 50% que sale del pozo. "He visto la luz", revela con la fe del converso recién caído del caballo. Por ahora tiene sólo una certeza: "No puedo permitirme coqueteos. Si pico, caigo". Así que se autoaplica una política de tolerancia cero: cero copas, cero rayas, cero cañas. Trina -y Aquarius y Nestea y Fanta- a discreción. Lleva todo el día alternando con clientes, ha trasegado litros de agua edulcorada y tiene el estómago como una lavadora. Ahora mismo se tomaría una cañita para empezar el fin de semana. Pero no. Este es "el nuevo Arturo". Ya lo ha dicho antes. El alcohol es el interruptor que pone en marcha su circuito vicioso. La primera medida para apagarlo es no encenderlo. Marchando otro Trina para el caballero.

El problema de Pedro es que su circuito se enciende solo. No le hace falta ni una caña. Le basta ir por la calle y cruzarse con una chica con escote. O estar en casa y ver a Pilar Rubio mover las caderas en Mira quién baila. Entonces ocurre. Se produce el clic. "Yo no me conformo con decir vaya tía buena. Ni con masturbarme en la cama. Yo me subo por las paredes y tengo que salir a desahogarme". Pedro habla en presente, aunque lleva un año yendo al Centro de Tratamiento y Rehabilitación de Adicciones Sociales (Cetras) de Valladolid para intentar superar su adicción al sexo. Blas Bombín, psiquiatra, fundador de esta entidad benéfica que cobra a sus pacientes una tarifa plana de 10 euros mensuales, cree que Pedro "va por buen camino, poco a poco". Pero el interesado es el primero en admitir la evidencia. "No estoy curado. Soy, si acaso, un adicto en rehabilitación. Llevo tres euros encima, pero si ahora me das 50, iría a fundírmelos a un puticlub".

Pedro acaba de salir de trabajar. Un empleo de ocho a tres en una factoría automovilística de Palencia. Una sirena marca el fin de la jornada. Segundos después se materializa una legión de operarios al trote hacia el aparcamiento. Pedro, un hombretón moreno, viene caminando. Tenía coche, pero tuvo que venderlo. Acepta la invitación a comer, pero insiste en que sea en un modestísimo bar de menú del día. Aunque quisiera, no puede pagar. Lo de los tres euros no es una metáfora. Es la cuota diaria de los 20 que le da su madre cada semana para café y tabaco. Pedro tiene 35 años y vive con sus padres. Cobra 800 euros, pero cada mes le retiran de su cuenta 600 para amortizar las "decenas de miles" que debe por los "cuatro o cinco" créditos que ha pedido para costearse su adicción. Él mismo ha anulado sus tarjetas. Ha ordenado al banco que no le deje sacar dinero. Ha clausurado su línea ADSL para no pasarse las horas muertas merodeando por páginas porno. Pedro está en la ruina, admite, y no sólo económica.

Antes de intentar explicar qué es la adicción al sexo -si es que existe, no hay unanimidad entre los especialistas-, quizá sea mejor decir qué no lo es. Todos sabemos de personas que dicen necesitar dos, tres, cuatro descargas sexuales al día para sentirse en forma. Hombres que frecuentan prostíbulos a espaldas de sus parejas. Mujeres tan promiscuas como el más lúbrico de los varones. Salidos de ambos géneros. Pues bien, probablemente ninguno sea adicto al sexo. Puede ser, sin embargo, que a su lado en su oficina, cubierto por el manto de respetabilidad de un matrimonio y dos niños o el halo de liberalidad de un soltero sin pareja, trabaje un sexoadicto. Alguien para quien el sexo es a la vez el cielo y el infierno. Un afectado por el mal de los insaciables.

"Una cosa son las conductas sexuales no convencionales y otra la adicción al sexo", ilustra Enrique Echeburúa, catedrático de Psicología de la Universidad del País Vasco. "Consideramos convencional la práctica del sexo basada en la afectividad con una pareja única o sucesiva. Pero eso no significa que otro tipo de conductas, como la promiscuidad sin afecto o una alta actividad sexual, sean anormales o patológicas. Tampoco lo es la abstinencia. La sexualidad humana es muy diversa. Algunas prácticas nos pueden producir rechazo o juicios de valor negativos. Pero lo aberrante es mezclar criterios morales con criterios médicos: ser un golfo no es ser un adicto. Para poder hablar de una conducta psicopatológica se tiene que traspasar la línea roja".

El adicto al sexo, según los expertos, es el que pasa varias fronteras con peajes muy concretos. Los enumera Echeburúa. Uno: que sus prácticas sexuales se conviertan en su prioridad hasta el punto de interferir negativamente en su vida cotidiana, le perjudiquen en sus relaciones personales, le creen conflictos internos y externos. Dos: que el afectado tenga la sensación de falta de control sobre sus impulsos sexuales, que se sienta dominado por ellos, que una vez llevados a cabo sienta culpa y vergüenza y aun así se sienta impelido a repetir el proceso. Y tres: que el sexo sea para él una forma de superar o aliviar una carencia, de tal forma que lo practica compulsivamente no para estar bien, sino para no estar mal.

Según esa fórmula, Arturo y Pedro son dos sexoadictos de libro. La cuestión es que esa adicción no figura en ninguno. Al menos no en la biblia mundial de psiquiatras y psicólogos. El vigente Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV) no dice una palabra al respecto. Habla por una parte de los "abusos de sustancias químicas" o drogodependencias, y por otra, de los "trastornos del control de impulsos", entre los que incluye la ludopatía. Del sexo compulsivo, nada. Parece que el borrador de la próxima edición, el DSM-V, prevista para 2011, incluirá el síndrome, al que denomina "hipersexualidad", bajo la calificación de "trastorno obsesivo-compulsivo".

Nomenclatura oficial aparte, el término adicción es el más utilizado por los profesionales que tratan a los afectados. Les parece el más descriptivo para definir el problema al que se enfrentan. El primero en acuñar la expresión fue el norteamericano Patrick Carnes en su libro Out of the shadows: understanding sexual addiction (1992). "Como un alcohólico incapaz de parar de beber, los adictos al sexo son incapaces de parar su conducta sexual autodestructiva, a pesar de las rupturas familiares, los desastres financieros, la pérdida del empleo y otros riesgos que su conducta pueda acarrear", escribe Carnes, autor de varios ensayos sobre el asunto y de un test, el SAST, que aplican los terapeutas estadounidenses para diagnosticar a los sexoadictos. Está disponible en www. sexhelp.com/sast.cfm.

Se supone que Tiger Woods cumple los requisitos, porque Carnes es el alma de la clínica Pine Grove, en Misisipi, donde el astro del golf ha invertido dos meses -y 40.000 euros- en emprender el Gentle Path (sendero progresivo), el programa de rehabilitación diseñado por él para desenganchar a sus pacientes. La abstinencia temporal de toda práctica sexual -autosatisfacción incluida-, la confesión de las infidelidades y la entonación de una oración de la serenidad cuando se sienta un "impulso inapropiado" forman parte del tratamiento. "He sido infiel. He engañado. Me confundí con el dinero y la fama. Pasé las fronteras. Creí que sería impune y podría disfrutar de las tentaciones", musitaba hace unas semanas un cariacontecido Woods en su acto de contrición televisado a todo el planeta. Las tentaciones, que se sepa, son sus relaciones extramaritales con una docena de mujeres de bandera. Los patrocinadores que le habían retirado su confianza -y sus contratos- tomaban nota del propósito de enmienda. Quince días después, el ídolo hecho carne anunciaba su vuelta al redil. El doméstico y el deportivo.

El caso de Woods ha devuelto a la actualidad un asunto que nunca dejó de estarlo. Michael Douglas, David Duchovny, el futbolista británico George Best, el mítico Magic Johnson -cuando informó al mundo de que era seropositivo, dijo también que había copulado con miles de mujeres, 500 de ellas en el ascensor-, Colin Farrell, los presidentes Kennedy y Clinton y sus respectivas aventuras. La lista de presuntos sexoadictos célebres es larga. Guapos, ricos, poderosos, con fácil acceso a mujeres y? casados. De qué estamos hablando: ¿adicción o coartada? ¿Patología o excusa? ¿Golfos o enfermos? Esa es la difusa línea roja.

Según Carnes, el 6% de los varones y el 3% de las mujeres padecen adicción sexual. Una cifra considerada "excesiva" por los especialistas españoles. Hagamos cuentas. Tomemos el censo electoral -34 millones redondos de varones y mujeres mayores de 18 años- y dividámoslo por la mitad. Según la teoría de Carnes, alrededor de un millón de españoles y medio millón de españolas son adictos al sexo. Suelte la cifra ante sus conocidos: "Ahora se llaman adictos, ya tienen la disculpa perfecta", es el comentario de muchas mujeres. "Me parecen pocos tíos y demasiadas tías, que me presenten a una sola", el chiste de muchos varones. La recién publicada Encuesta Nacional de Salud Sexual es ilustrativa. Un 32% de hombres admiten haber pagado por sexo, frente a un 0,3% de mujeres. Al 45% de los varones les gustaría practicar sexo con más frecuencia, frente al 23% de las mujeres. Ni una línea acerca de la adicción sexual. De hecho, el problema que más preocupa -52%- a los encuestados en el último Informe Pfizer es la falta de deseo sexual.

Independientemente del número de afectados, el ansia de sexo provoca sufrimiento. Lo constatan cada día los psiquiatras y psicólogos que le ven la cara. Dulanto, en Madrid; Bombín, en Valladolid; Echeburúa, en Bilbao; José María Vázquez Roel (clínica Capistrano, en Mallorca) y Josep Maria Farré (Instituto Dexeus de Barcelona) son algunos de los más reputados. Sus pacientes, sumados al goteo de terapeutas en otros lugares, arrojan un total de medio millar de adictos al sexo en rehabilitación hoy en España, tirando muy por lo alto. La masturbación compulsiva, el uso incontrolado de pornografía en Internet, la contratación sistemática de servicios sexuales o la búsqueda continua e indiscriminada de contactos son sólo algunas de las formas en las que se concreta la adicción. Cada adicto es un mundo. Lo único que les une es que les gusta el sexo. Mucho. Lo que más. Como a todo el mundo, puede. "Pero la clave es la libertad", acota Blas Bombín. "No es cuestión de tener más impulso sexual, sino de la libertad de gestionarlo. El adicto es el que ha perdido esa libertad. El esclavo del deseo".

Pedro se ve en el retrato. "Soy un yonqui de mí mismo. Un ludópata puede huir de las tragaperras, pero yo no puedo alejarme de mí. Tengo un deseo exacerbado, quiero hacerlo dos o tres veces al día, lo necesito. Si no puedo estar con una mujer, lo hago solo. Pero tengo mono. Estoy agresivo, borde, de mala hostia, no dejo de pensar en lo otro, me lo pide la cabeza". Se lo lleva pidiendo desde adolescente. Pedro salía a ligar y no ligaba. Los rollos ocasionales no le bastaban y sus escarceos con las chicas casi nunca duraban lo suficiente como para pasar a mayores. Un día, "a los 22 o 23 años", se plantó en la Casa de Campo de Madrid y pagó a una prostituta un servicio completo. Con todos los extras. "Ahí caí. Flipé. Vi que quien paga, elige, y quien paga, manda".

Empezó a tirar de efectivo y tarjeta. Así durante más de 10 años. Hasta llegar a la ruina -no sólo económica- que le llevó a la consulta de Bombín. No aspira a que se le entienda -"y menos una mujer"-, pero intenta explicarlo con un símil automovilístico. "Hay Seat León y Audi A-6. Los dos te llevan donde quieres. Pero no disfrutas igual conduciendo. Yo usaba el León a diario, pero alguna vez me daba el gustazo de alquilar un A-6 y cogía a una scort [prostituta de lujo] en Madrid".

-A costa de endeudarse hasta las cejas, ¿por qué?

-Por evolucionar.

-¿Qué es el sexo para usted?

-La forma de desfogarme.

-¿Las mujeres?

-Lo que más me gusta del mundo; pero, por lo que se ve, yo no les gusto a ellas.

-¿Y las prostitutas?


-Profesionales que cumplen una labor social: satisfacer y consolar a tíos como yo. Pero no sólo, ¿eh? Las tías alucinarían en un club. El 90% son casados a los que su mujer no les da lo que quieren. En cantidad o en calidad, o las dos cosas.

Arturo, el agente comercial, tampoco se considera un ave rara. "En mi ambiente, lo mío es lo normal. Muchos de mis colegas, solteros y casados, con o sin novia, beben, esnifan, intentan hacérselo con quien pueden y, si no lo logran, van de putas a follar a tiro hecho. Yo era el tuerto en el país de los ciegos. Lo que pasa es que ellos controlan. Yo he caído, y ellos no". Arturo vincula su adicción al sexo con su afición a las drogas. "Es causa-efecto", dice. "Yo no sé si soy alcohólico, cocainómano o sexoadicto". "Pero la caña lleva a la raya, y la raya, al polvo. Quiero a mi novia. Y ella a mí. Algo tendré, sabe que soy un putero y sigue ahí. El sexo con ella es sano y cariñoso. Pero la coca me vuelve loco. Te cambia el chip. Es un tema de morbo. El cuerpo te pide un nivel de excitación altísimo, no tienes fin. Y muchas veces para no tener lo que se entiende por gratificación sexual. Vamos, que ni siquiera te corres".

A Carlos Dulanto le suenan ese tipo de relatos. Historias como la de Rodrigo de Santos, el ex concejal del PP en Mallorca procesado por gastar 50.000 euros de fondos públicos en prostíbulos masculinos. "Soy adicto a la cocaína y no al sexo", dijo en su descargo el edil. Dulanto constata la "cantidad de profesionales de alto nivel" con parecido estilo de vida. Alguno ha visto en consulta. Un 30% de sus pacientes cocainómanos son sexoadictos. Él opina que las dos dependencias van de la mano. "El adicto al sexo fetén es el que se toma un chocolate con churros y luego va a un club, pero lo normal es ir de putas puesto hasta la bola de algo. A mí me vienen pidiendo ayuda por la coca, y sólo después me cuentan su problema con el sexo. Un tío que se toma cuatro whiskys y dos gramos no va a tener una erección. Entonces toma Viagra. Y empieza un crescendo que no tiene fin: cuatro o cinco chicas, sado-maso, horas y horas para nada, sólo para cargar con la losa de la culpa".

-¿Y las cocainómanas?

-En mi experiencia, la mujer cocainómana no tiene un uso patológico del sexo. Se liberan de inhibiciones y tienden a practicar más, pero no lo relatan como un problema. Quizá porque ellas no necesitan recurrir a la prostitución. Si una mujer quiere sexo, muy mal tiene que irle para no tenerlo gratis.

Emilio Ambrosio confirma la relación coca-sexo y la desproporción -el psiquiatra Josep Maria Farré, del Instituto Dexeus, estima una incidencia de un 85% de varones y un 15% de mujeres- entre sexoadictos y sexoadictas. Catedrático de Psicobiología de la UNED, Ambrosio investiga el mecanismo de la drogodependencia. En su laboratorio, ratas cocainómanas -se autodispensan libremente su dosis en la jaula- conviven con otras que -igual de libremente- no sienten el impulso de engancharse. La cocaína dispara la dopamina, el mismo neurotransmisor que libera el deseo sexual. Cuando se administran coca, las ratas se ponen a mil.

Según Ambrosio, el sexo compulsivo es una adicción en toda regla. "Tiene que ver con los circuitos del placer y recompensa", explica. "Las actividades necesarias para la continuidad de la especie -sexo, comida, sueño- van acompañadas de sensaciones placenteras para garantizar la supervivencia. Los adictos potenciales son especialmente sensibles a esa sensación de refuerzo. Prueban el sexo, les gusta muchísimo y quieren más y más. A fuerza de practicarlo de forma compulsiva, sufren el mismo daño cerebral que produce el consumo crónico de drogas: las neuronas de la corteza prefrontal trabajan a medio gas, necesitan de su combustible: sexo o droga para funcionar. Es cuando el adicto dice que precisa su dosis para ser persona. Tiene su razón: el daño afecta a la zona que regula la voluntad, la actividad neuronal en esa área está reducida. Desaparece el control que ejerce la corteza cerebral sobre el comportamiento y aparece la compulsión. Quieren sexo y lo van a buscar caiga quien caiga, aunque sean ellos mismos".

-¿Y eso no les sucede a las mujeres?

-Sí, a algunas. Pero olvidamos que somos mamíferos. Los machos persiguen copular cuanto puedan para dejar sus genes en la siguiente generación. Las hembras son más conservadoras: ellas eligen, no suelen hacerlo con cualquiera. No es lo mismo ser hombre que mujer: nuestro sistema nervioso no funciona igual, el interés en tener más o menos contactos sexuales es diferente. Las mujeres, además, disfrutan más las relaciones. Ellas, normalmente, se sacian. A ellos les queda un puntito de insatisfacción, por eso suelen querer más.

Parece que eso de que ellos siempre dicen sí no es sólo una leyenda urbana. El problema es traspasar la línea roja. Josep Maria Farré ha dibujado un retrato robot del sexoadicto a través de sus pacientes. "Suelen ser buscadores de sensaciones. Ansiosos. Con un bajo control de sus impulsos y emociones y baja tolerancia a la frustración. El 30% son adictos a tóxicos. Otros, adictos en cadena: al juego, a la comida, al ejercicio. Un 21% están también deprimidos. Son personas con carencias graves, y el sexo es su forma de compensarlas. Usan su cuerpo y el de los demás como un objeto".

Los tratamientos son diversos. "Cada maestrillo tiene su librillo", dice Dulanto. Pero, en líneas generales, pasan por meses o años de psicoterapia para indagar en los problemas de fondo del sujeto y una reeducación psicológica para intentar controlar los impulsos y ligar la actividad sexual a la afectividad, los sentimientos y la pasión.

En eso están Pedro y Arturo. El palentino tuvo una recaída el pasado otoño. "Me desfasé, cambié la nómina de banco y me gasté la bonificación en chicas". Ahora está mejor. "Tengo más autoestima. Salgo a correr, intento abrirme a la gente y a las mujeres. Yo no he tenido una educación sentimental, he ido siempre a saco. Soy como un niño pequeño con tres euros en el bolsillo aprendiendo a vivir. Tengo que expulsar al Pedro que he llevado 35 años dentro. Imagino que saldré de esto cuando encuentre a alguien que me quiera y a quien quiera. No es fácil, pero lo estoy intentando".

Arturo no contesta los correos electrónicos, ni los SMS, ni las llamadas perdidas. Imposible pensar que un tipo permanentemente conectado como él no los haya visto. El día del Trina estaba caliente, recién salido de su primera terapia. Animado por la euforia del principiante, se abrió en canal. Quizá ahora se arrepienta. Dulanto da fe de que sigue acudiendo a consulta. Su batalla continúa. Progresa adecuadamente. "A veces hace falta tocar fondo para empezar a emerger. Este chico tiene buen pronóstico, recursos y apoyo familiar. Saldrá de esto".



APORTACIÓN PERSONAL.

Ahora no hablaré de la adicción, no nombraré conceptos, ni enumeraré los tipos de adicciones que se conocen hoy en día. Ni siquiera enunciaré la típica frase “un adicto, lo es toda la vida…”, porque es algo que todos sabemos. Lo dicho, no hablaré de adicciones, hablaré de los adictos. Si lo que aquí se valora es la opinión personal, la idea que tenemos sobre un tema y lo que pensamos sobre ello, ahí va la mía:

En primer lugar, me gustaría dar mi opinión acerca de las adicciones, decir qué es para mí, y como se pasa de la afición a la adicción.

Considero que el asunto empieza a ser un problema cuando ese “algo” que nos tiene enganchados hace que nuestra forma de vida se vea alterada. Es decir, dejamos de ver a los amigos tan a menudo, gastamos excesiva cantidad de dinero en cosas en las que antes no lo hacíamos, nos volvemos irritables, ariscos…

Y creo que hay, principalmente tres tipos de adictos:

1) El que es adicto, lo reconoce y le pone remedio, como es el caso de Pedro y Arturo. Esa cura o rehabilitación o como se quiera llamarlo, puede ser efectiva o no, tener más o menos éxito, puede incluso haber recaídas importantes, pero uno sabe cuál es su problema y qué es lo que hay que hacer para finiquitarlo.

2) El que es adicto y lo sabe o lo sospecha, pero prefiere no reconocerlo. Bien por comodidad o porque cree que su adicción no es un problema para él o ella. Pero lo es. Y lo más triste es que hasta que esa persona no pueda reconocerlo, lo seguirá siendo. El primer paso es echarle huevos: “soy adicto, tengo un problema y hay que cambiar esta situación”, pero mientras esto no llegue, no habrá nada que hacer. Ni la familia, ni los amigos, ni el entorno pueden hacer más que limitarse a ayudar y vigilar, pero la adicción de cada uno está en su propio interior, y sólo será expulsada si el adicto decide hacerlo.

3) El que es adicto y no es consciente de ello. Pero al fin y al cabo, sigue siendo un adicto, un enfermo, una persona cuya vida depende de un pico, un polvo, un cubata o una partida de póquer.

Por otro lado, me gustaría recalcar que, como bien se ve en el reportaje, en muchas ocasiones las adicciones van de la mano. Como vemos en el caso de Arturo, la necesidad de tomarse un cubata le lleva a necesitar sexo con una mujer, sea cual sea el precio.

Y es que esto es lo malo de las adicciones, las consecuencias que conllevan. En primer lugar, para el adicto, y en segundo lugar, para el que le rodea. Para la pareja, hijos, padres, hermanos… cuando se da una situación de gravedad, sufre el adicto y sufre las personas que le quieren. Y quizá, en ese camino de espinas que es la rehabilitación, al salir del agujero negro en el que está envuelto, pierda a varios de ellos por el camino. Porque muchas veces, las personas no miramos más allá de lo que ven nuestros ojos y no entendemos que un adicto es un enfermo, una persona que necesita una cura y un tratamiento para superar el infierno en el que está metido. Y tras muchas decepciones y recaídas, decidimos dejarle de lado para no sufrir más, y olvidamos que, probablemente, la mayor carga de sufrimiento la lleva el adicto en sus espaldas.

Ayuda, prevención, intervención y comprensión para los adictos, para que esa carga, sea un poco más ligera.

lunes, 7 de junio de 2010

Las películas que un Educador Social debería ver (III)

Por estar estrechamente relacionada con el tema 9 de la asignatura "Menores y edad penal", por reflejar la situación que por desgracia reina en algunos centros de menores y ¡qué coño! por ser una buena película con un buen reparto, hoy os recomiendo, SLEEPERS.






"Sleepers" es una película estadounidense estrenada en el año 1996, dirigida por Barry Levinson y protagonizada por Brad Pitt, Robert de Niro, Dustin Hoffman, Kevin Bacon y Jason Patric.

Narra la vida en Hell´s Kitchen, un barrio plagado de inmigrantes, mafia, madres sumisas y padres violentos. En el barrio, viven cuatro amigos que verán como cambian sus vidas tras ser condenados a ingresar en un centro de menores. El motivo: herir gravemente a un señor con un carrito de perritos calientes que habían robado a un vendedor griego.

Una vez en el centro, los cuatro amigos verán como lo que empezó siendo una pequeña travesura deriva en un infierno de palizas y agresiones, llegando a ser víctimas incluso de abusos sexuales.

Durante el desarrollo de la película, veremos cómo afecta a cada uno de los cuatro amigos la estancia en el centro, pues siendo tachados de delincuentes, cabe decir que ingresan en el centro como menores con familias desestructuradas y salen del mismo como jóvenes torturados física y psicológicamente y predispuestos a delinquir.

Además, comprobaremos como la propia familia de un menor puede ser el más alto factor de riesgo. Aunque también podremos observar la importancia que suponen los factores de protección (el cura del barrio, interpretado por Robert de Niro).

En fin, que es una película recomendable porque , aunque lo hace de forma dura, refleja el infierno por el que pasan algunos menores al ingresar en centros correccionales y porque, al fin y al cabo, no deja de ser una historia sobre el castigo, la venganza, la fidelidad, el amor que se profesan cuatro buenos amigos.


Puesto que me ha resultado imposible encontrar algún trailer de la película en español o subtitulado, os dejo con algunos enlaces de diferentes partes del film, por si os interesa echarles un vistazo!!

Primeros diez minutos del film:

http://www.youtube.com/watch?v=62MN0G4Ic78

Entrada y primer conflicto en el centro:

http://www.youtube.com/watch?v=v6IyqA35KxM

4ª EXPOSICIÓN: MENORES Y EDAD PENAL



Con la cuarta exposición se trataba un tema muy interesante, al menos para mí. Menores y edad penal, edad penal y menores… cuánto podríamos hablar sobre el tema!

Por mi parte, haré un resumen del contenido del trabajo que realizaron los compañeros de clase, resaltando los principales conceptos y los modos de internamiento, para después aportar mi valoración personal sobre el tema, que ocupará la mayor parte de esta entrada.

La responsabilidad penal es la consecuencia jurídica de la violación de la ley, realizada por quien siendo imputable o inimputable, lleva a término actos previstos como ilícitos, lesionando o poniendo en peligro un bien material o la integridad física de las personas.

La responsabilidad penal es, en Derecho, la sujeción de una persona que vulnera un deber de conducta impuesto por el Derecho penal al deber de afrontar las consecuencias que impone la ley. Dichas consecuencias se imponen a la persona cuando se le encuentra culpable de haber cometido un delito como autor del mismo, o de haber participado en éste.

La responsabilidad penal la impone el Estado, y consiste en una pena que busca castigar al delincuente e intentar su reinserción para evitar que vuelva a delinquir.

El menor de edad es una persona que todavía no ha tenido tiempo de adquirir psíquica y culturalmente las pautas de comportamiento social necesarias para ser considerado plenamente dueño y responsable de sus actos de la misma forma que lo es un mayor de edad y al cual le asiste un derecho prioritario, constitucional e internacionalmente reconocido a la educación integral. En consecuencia, el menor de edad queda fuera del ámbito de la normativa penal ordinaria, no porque sufra una más que discutible incapacidad para ser culpable, sino porque fuera de la mayor edad, el Estado no ostenta un nudo derecho a castigar, sino, por el contrario, el urgente deber de atender a la educación de los menores; deber al que se subordina la especial facultad punitiva que se ejercita contra éstos, siendo esta subordinación distinta, aunque semejante y más energética, que la que condiciona la pena ordinaria a fines rehabilitatorios.

En cuanto al término edad penal, se podría decir que es aquella a partir de la cual se puede predicar de un sujeto la responsabilidad criminal. En consecuencia, sólo las personas que han alcanzado este periodo de la vida son susceptibles de ser conceptuadas como sujetos activos de las infracciones criminales y, por lo tanto, de quedar bajo el ámbito de aplicación de las distintas disposiciones que constituyen el Derecho Penal Objetivo propiamente dicho, es decir, el Código Penal. Los menores de dicha edad que cometan un hecho que promuevan los caracteres de delito o falta quedan sometidos a una normativa peculiar y específica que, genéricamente, podemos considerar de carácter penal: Ley Orgánica 5/2000, de 12 de enero, reguladora de la responsabilidad penal de los menores. (BOE 13/1/2000)

La edad penal considerada dentro esta ley comprende de aquellos jóvenes entre 14 y 18 años.

Como último concepto, y teniendo especial importancia en el tema que nos ocupa, pasamos los centros de menores, que son centros donde se cumplen las condenas impuestas a menores.

El principal objetivo que persiguen es la reeducación de dichos menores para reinsertarlos a la sociedad, de manera que se transformen en un futuro cercano en ciudadanos que, de una u otra forma, aporten algo al desarrollo del país.

La rutina del centro mantiene ocupados a los menores todo el día: en talleres, clases y, los que se lo ganan, en actividades externas.


Los principales tipos de internamiento que pueden darse en un menor son los siguientes:


Internamiento en régimen cerrado: los menores residirán en un centro donde realizarán las tareas y actividades educativas correspondientes, pero siempre en el interior de éste.


Internamiento en régimen semiabierto: Al igual que en el caso anterior, los menores residirán en el centro pero, a diferencia del régimen cerrado, estos sí que podrán realizar actividades exteriores.


Internamiento en régimen abierto: Los menores realizan todas las actividades en su totalidad fuera del centro. Aun así el centro será su domicilio habitual.


Internamiento terapéutico: Es un internamiento más personalizado y dirigido a las circunstancias de cada menor, ya que abarca a aquellos menores con trastornos o problemas psíquicos o con alguna dependencia fuerte a drogas y por consecuencia trastornos de la realidad.


Tratamiento ambulatorio: A dichos centros acuden menores con tratamientos a adicciones o alteraciones psíquicas o de conducta. Pero no es una estancia continua, las visitas son esporádicas según el tratamiento.


Aún quedando muchas cosas en el tintero, una vez asimilado esto, pasaré a la reflexión personal.


APORTACIÓN PERSONAL.


Una de las cosas que he aprendido de Almudena es que no pasa nada por no tener las ideas sumamente claras ante un asunto en particular. Recuerdo un día de clase, en el que charlábamos sobre el consumo responsable, Almudena nos contó que aún no tenía claro si estaba a favor o en contra de este asunto y así nos lo hizo saber. Y no se acabó el mundo…

Quería contaros esto porque en algunos temas, como por ejemplo, el endurecimiento de las leyes, me muestro un poco ambigua, pues aún no sé qué pensar. Pero no pasa nada porque, por un lado, esto demuestra que no es un tema que deba tratar a la ligera, y por otro, tengo tiempo y mucha vida por delante hasta que decida cuál será mi posición definitiva ante algunas situaciones.

Dicho esto, debo decir que los jóvenes de hoy en día, no son como los jóvenes de hace 50 o 30 años… las realidades sociales y culturales han cambiado y con ellas, lo ha hecho también la sociedad. Es por esto, que en ocasiones sí que pienso que deberían reformarse o endurecerse las leyes en cuanto a las penas a cumplir por la comisión de un delito.

Pero por otro lado pienso: “al fin y al cabo, siguen siendo menores”. Y ¿acaso no se supone qué precisamente esa característica de ser menor es lo que les hace vulnerables y por lo que se les debe proteger con todas las garantías? Porque una cosa sí que tengo claro, y es que para muchos de estos menores, un pena de internamiento en un centro de menores no es un castigo, lo que para unos puede ser un paraíso (comida todos los días sobre una mesa limpia), para otros puede ser un verdadero infierno (compañías negativas, agresiones…)
Me gustaría añadir además, que ese amparo que les da el hecho de ser menor, también es una ventaja añadida en cuanto a su reinserción. Al ser menor, y como indica la propia definición del término, aún no se ha llegado a adquirir psíquica y culturalmente las pautas de comportamiento social necesarias para ser considerado plenamente dueño y responsable de sus actos, por lo que yo abogo más por la educación y la intervención que por el castigo y la condena.

Y es que creo que un problema muy común es que cuando hablamos de menores delincuentes, enseguida nos viene a la cabeza el Rafita o Miguel Cardaño, pero la expresión “menores delincuentes” abarca muchas vidas cómo para pasarlo por alto.

El que acaba con una vida humana, y encima lo hace de la forma más rastrera y cruel posible, que cumpla condena, que la cumpla sin saltarse ni un solo día… pero si generalizamos de esta forma tan absurda, nos olvidaremos del menor “X” cuyo padre lo abandonó a los cuatro años, cuya madre es alcohólica desde hace seis, que tiene un expediente escolar inexistente y que a veces, esconde debajo de su camiseta un bollycao de la tienda de la esquina para poder llevarse algo a la boca. O que roba un mp4 para venderlo a un colega y poder comprarse un vaquero que no tenga agujeros ni rotos.

Y esto es lo triste, porque si nos olvidamos de ese menor, nos olvidaremos de muchos más que delinquen debido a sus circunstancias sociofamiliares, pero que con un apoyo psicológico y una buena intervención socioeducativa puede que no vuelvan a hacerlo.

Supongo que si llegara el día en que las leyes se endurezcan, los que se encarguen de hacerlo no se olvidarán de estos menores, pero mientras que la sociedad siga gritando que quieren unas leyes más duras y que los menores de hoy en día saben perfectamente lo que hacen, estaremos metiendo en el mismo saco a menores asesinos y menores delincuentes que en ocasiones actúan por voluntad propia, y en muchas ocasiones, lo hacen por ser víctimas de sus circunstancias.

Por último, querría hacer una denuncia a los centros de menores. Y empiezo, de antemano, disculpándome con aquellas personas que trabajen en centros de menores y lo hagan de forma correcta y honesta, pues es una pena que su labor se vea manchada por la acción de algunos desalmados, pero lo cierto es que en múltiples casos se ha denunciado al personal de estos centros por abuso de la autoridad con violencia, y parece que nadie oye nada ni se hace nada al respecto.

Como ejemplo:

http://www.elmundo.es/elmundo/2010/05/19/madrid/1274277863.html

http://www.centrosdemenores.com/?Orense-Un-centro-de-menores

http://madrid.indymedia.org/node/14112

Finalmente, si el tema de menores y edad penal os resulta interesante, os recomiendo echar un vistazo a mi próxima entrada.

martes, 1 de junio de 2010

3ª EXPOSICIÓN: ADOLESCENTES EN CONFLICTO

Toca hablar de la exposición realizada por el grupo en el que yo estaba integrada. Nuestro tema elegido fue “adolescentes en conflicto”. Lo que nos impulsó a tomar esta decisión fue la creencia de que al abarcar los grandes conflictos en los que se puede ver envuelto un adolescente y no centrarnos en un solo problema, aprenderíamos más y sería un trabajo más completo.

Cuando en un mismo trabajo se pretende hablar de todos los peligros que acechan actualmente a los adolescentes hay una ventaja importante, existe abundante información sobre los temas y teníamos una cierta libertad para elaborarlo. Por otro lado, teníamos que contar con un pequeño inconveniente: al ser nuestro trabajo tan global, no podíamos extendernos en demasía, pues algunos trabajos de otros compañeros sí que se centraban en un solo ámbito (adicciones, acoso escolar) y no queríamos que nuestro trabajo fuese repetitivo.
Como suele pasar cuando se trabaja en grupo, cada uno hizo lo que le dio la gana… y el resultado final fue un trabajo con una cantidad considerable de páginas pero bastante completo.
Mención aparte merecen los días que dedicamos a preparar la exposición en público de “adolescentes en conflicto”. Nunca me he reído tanto gastando mi tiempo para una actividad de la facultad.
Por todos estos motivos, me siento más que satisfecha del trabajo grupal y el resultado obtenido. Precisamente porque conozco el contenido y la información que se ofreció en esta exposición, a continuación mencionare todas y cada uno de los ámbitos incluidos en nuestro trabajo, y elaboraré una breve descripción de los mismos, será en la aportación personal (como he venido haciendo anteriormente) cuando comentaré qué pienso y cómo creo que se debe actuar ante tales casos o situaciones.
Una vez dicho esto, enumeraré los distintos ámbitos que tocamos en nuestro trabajo:
1) VIOLENCIA Y DELINCUENCIA
En este apartado encontramos una definición de agresividad (tendencia a actuar o responder de forma violenta) y se intenta dar una visión de este concepto desde una perspectiva psicológica.
Seguidamente se exponían una seria de teorías explicativas que, cada una a su estilo, intentan dar una explicación a la pregunta ¿Por qué brota la agresividad en los adolescentes? Algunas teorías veían la culpa en los barrios y entornos en los que reside el menor; otras en la observación de modelos; o las expectativas creadas ante la ejecución de un acto violento.
Finalmente, nos convenció una teoría integradora elaborada por Farrington en el año 1992 que unía ideas de varias de las teorías explicativas anteriores.


Prosigue esta parte mencionando a los agentes influyentes en la conducta delictiva, señalando la especial repercusión que los medios de comunicación, así como la televisión e internet tienen actualmente en los jóvenes. Estos agentes que suponen factores de riesgo ante conductas delictivas son:
- El propio individuo (rebeldía, conducta precoz)
- Contexto familiar (peleas maritales, falta de cariño, poca interacción)
- Grupo de iguales ( iguales que presentan una actitud favorable a la agresividad)
- Contexto escolar (absentismo, fracaso escolar)
- Comunidad (falta de apoyo, no integración, depravación económica)
También se hace mención a las bandas delictivas juveniles, resaltando la especial crueldad de sus actos y el papel tan importante (por la negativa influencia que ejerce en los de su alrededor) que tiene el líder de la banda.
Finalmente, se conocen los distintos tipos de maltrato de adolescentes a padres y se expone el perfil del adolescente que suele predominar en estos casos.
Tras todo esto, se muestran las pautas que sigue una intervención ante casos de violencia y delincuencia.
Antes de continuar, debo decir que puesto que la primera y segunda exposición ya trataron los temas de acoso escolar y adicciones en la adolescencia, y en las entradas anteriores ya expuse mi opinión personal y datos teóricos, me limitaré a recalcar lo necesario que es acabar de una vez con el acoso y educar desde pequeños ante temas como la droga.

2) ACOSO ESCOLAR O BULLYING








3) CONSUMO DE SUSTANCIAS ADICTIVAS




4) EMBARAZOS NO DESEADOS Y ENFERMEDADES VENÉREAS
Para tratar este tema consideramos que era necesario señalar los factores que intervienen en los embarazos no deseados de los menores:
- Inicio precoz de las relaciones sexuales
- Problemas familiares
- Factores socioculturales
- No utilización de métodos anticonceptivos
¿Cuáles son las opciones ante un embarazo no deseado?
1.- Ser madre soltera. La mayoría conviven con los padres al no tener independencia económica. Aunque cada día está más aceptado socialmente, todavía existen actitudes discriminatorias hacia las madres solteras.
2.- Matrimonio. En muchos casos cuando se casan abandonan sus estudios para integrarse el núcleo familiar, con las consecuencias negativas que esto tiene para su formación. Normalmente, no suelen funcionar.
3.- Adopción. Esto es complicado, ya que en un porcentaje significativo se produce un arrepentimiento posterior que da lugar a secuelas psicológicas.
En cuanto a las enfermedades de transmisión sexual, popularmente conocidas como enfermedades venéreas, a continuación expongo una definición formal:
“aquellas enfermedades producidas por agentes infecciosos específicos para las que el mecanismo de transmisión sexual tiene relevancia epidemiológica, aunque en algunas de ellas no sea el principal mecanismo de transmisión”
Estas enfermedades venéreas afectan a 19 millones de personas en España cada año. Las más conocidas son:

- Síndrome de Inmudeficiencia Adquirida. SIDA.
- Herpes genital
- Verrugas genitales
- El virus del papiloma humano
- Sífilis
5) TRASTORNOS DE LA CONDUCTA ALIMENTICIA: ANOREXIA Y BULIMIA
La anorexia nerviosa se puede considerar como una alteración grave de los hábitos y/o comportamientos en la alimentación además de ser la primera enfermedad descrita desde el punto de vista psicosomático (que afecta a la mente y al cuerpo).
Las personas que padecen dicha enfermedad se preocupan demasiado por la alimentación, tienen temor a la subida de peso y todo esto le crea inseguridad en su vida. Además tienen una perdida normal de apetito y comen lo menos posible hasta el punto de evitarlo.

Se trata de una enfermedad de potencialmente mortal. La Academia de Psiquiatría establece los siguientes criterios diagnósticos, publicados en el DSM-IV (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) 1994:

- Rechazo a mantener un peso corporal normal o por encima del mínimo para su edad y talla.
- Distorsión de la percepción del peso y de la imagen corporal.
- Influencia inadecuada del peso o de la imagen en la autoevaluación o negociación de la gravedad del peso actual.

Por su parte, la bulimia nerviosa (BN), al igual que la anorexia nerviosa, es una enfermedad psiquiátrica dentro de los trastornos de conducta alimentaria (TCA), que ocasiona manifestaciones médicas.
La bulimia nerviosa se define como sucesos incontrolados de comer en excesos seguidos de vómitos autoprovocados, exceso de ejercicio físico, ayuno etc y es más común que la anorexia nerviosa.

La Academia Americana de Psiquiatría establece los siguientes criterios diagnósticos, publicados en el DSMIV (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) de 1994:
- Episodios recurrentes de atracones.
- Comportamiento recurrente e inapropiado compensatorio para prevenir la ganancia ponderal, como vómitos autoinducidos, uso de laxantes, diuréticos, ayuno o ejercicio excesivo.
- Los atracones y comportamientos compensatorios ocurren al menos dos veces a la semana durante 3 meses.
- La autoevaluación esta indebidamente influenciada por el peso corporal.
- Las alteraciones descritas no ocurren exclusivamente durante episodios o fases de la AN.
6) ADOLESCENTES CON ADICCIÓN A LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS
La más desconocida de las adicciones y la considerada menos peligrosa… Nada más lejos de la realidad.

Griffiths (1997) señala la existencia de lo que el llama "adicciones tecnológicas", que se definen como adicciones no químicas que involucran la interacción hombre-máquina. Estas pueden ser pasivas (como la televisión) o activas (como los juegos de ordenador o Internet). Esta sería una modalidad de las adicciones psicológicas o conductuales, que a su vez incluiría a la adicción a Internet.
APORTACIÓN PERSONAL.
En cuanto al tema de violencia y delincuencia, me siento en la obligación de decir que es muy fácil señalar como delincuente o como violento. Lo difícil, es preguntarse qué ha llevado a esa persona, a ese adolescente a delinquir. Y más difícil aún, es hacer algo para revertir ese proceso.
Cuando un niño se ha criado oyendo que tiene la culpa del divorcio de sus padres, o que nunca será igual de listo que su hermano, o simplemente, no ha tenido unos padres que se encargarán de su educación, es lógico que su personalidad se vea afectada por unas serias consecuencias.
Cuando un inmigrante menor de edad se niega a aceptar la protección ofrecida y prefiere estar en la calle, no significa que sea violento o un delincuente en potencia, significa que el hecho de estar en la calle y no internado en un centro le acerca más a sus metas principales (regularizar su situación legal y encontrar trabajo).
No pretendo justificar la delincuencia, ni jamás lo haré, menos aún la violencia. Pero sí pretendo que seamos capaces de ver más allá del ladrón o del pegón del barrio. Pensar qué circunstancias personales, culturales o familiares le han llevado a delinquir y poner esa situación de manos de profesionales (por ejemplo, los servicios sociales) será el mayor favor que podamos hacerle a ese menor, y también al resto de la sociedad pues, con una adecuada intervención socioeducativa podremos parar los actos violentos y delictivos que caracterizan al menor.
Ocurre con el tema de las enfermedades venéreas y los embarazos no deseados algo parecido a lo que ocurría en los centros educativos con las campañas antidroga. Habría que empezar a plantearse si son insuficientes. Si cada vez es menor la edad del porcentaje de niñas que se quedan embarazadas sin desearlo, habrá que comenzar a llevar a cabo estas campañas de información sexual ante niños y niñas de cursos escolares posteriores.
Dejar de tratar el sexo, la sexualidad, los métodos anticonceptivos y las consecuencias de no usarlos como un tema incómodo tanto en el aula como, sobre todo, en el hogar y comenzar a llamar a las cosas por su nombre sin titubeos hará que la situación se normalice y que si un padre no se siente capaz de hablar de sexo con su hijo, quizá este tome la iniciativa de preguntar a su progenitor, o al orientador del colegio. Lo importante es que no falte información ni adultos o expertos a los que preguntar.
De especial importancia me parece la información de los métodos anticonceptivos, pues al fin y al cabo, es lo único que evita un embarazo.
Buena y contundente información en los centros educativos y confianza para hablar de estos temas entre padres e hijos, será un buen comienzo para que descienda la cifra de embarazos no deseados.
Finalmente, haré referencia al tema de la adicción a las nuevas tecnologías. Pienso que es la gran desconocida de las adicciones, no tanto por la escasa información (puesto que la hay) sino más bien por los ojos de los que miramos.
¿Quién no usa ordenador hoy en día? ¿Quién no ha tenido una consola o un programa de TV favorito que no se pierde nunca por nada del mundo? La gran mayoría de la población. El problema viene cuando se dan dos factores: menor y adicción.
Cuando un menor cambia su forma de vida para poder pasar más tiempo navegando por la red o jugando al videojuego de moda, cuando bajan sus calificaciones escolares, cuando se muestra agresivo en ciertas situaciones y calmar sus ansias de llamar desde su móvil o estar delante del ordenador cobra más importancia que comer o dormir… tenemos un problema.
Quizá este tipo de adicciones sean fáciles de detectar o quizá, por su aparente normalidad no lo sean, pero sí que es cierto que la educación en casa ante estos temas lo es todo. Lo correcto, a mi juicio, sería que los padres o tutores, inculcaran a sus hijos un determinado número de horas para ver la tele y jugar al ordenador. Así como una edad mínima a la que empezar a usar un móvil o registrarse en una red social. El control y la precaución son indispensables si queremos evitar posibles adicciones a las nuevas tecnologías.

Cita de la semana




"La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa".

Albert Einstein (1879 - 1955)


jueves, 13 de mayo de 2010

2ª EXPOSICIÓN: ADOLESCENTES Y DROGODEPENDENCIA

El tema “Jóvenes y droga” es algo que conocemos todos, quizá porque desde el colegio o instituto no han advertido de los peligros y las consecuencias a través de diversas campañas. Pero sinceramente, creo que en temas de este calibre, nunca está todo dicho… nunca viene mal volver a recordar a qué nos enfrentamos y a qué nos estamos arriesgando.


Para empezar, me parece razonable dar una definición de drogas y de adolescentes. Como bien dijeron nuestros compañeros en su exposición, droga es aquella sustancia capaz de actuar sobre el sistema nervioso central, provocando una alteración física y/o psicológica y creando una dependencia o tolerancia al consumidor.

Por otra parte, para definir la adolescencia citaré a la Organización Mundial de la Salud (OMS), que la describe como la etapa que va entre los 11 y 19 años, considerándose dos fases, la adolescencia temprana 12 a 14 años y la adolescencia tardía 15 a 19 años.[] Sin embargo la condición de juventud no es uniforme y varía de acuerdo al grupo social que se considere.

No es que esta definición no me convenza, que lo hace, es sólo que durante la elaboración del trabajo “Adolescentes en conflicto” los miembros de nuestro grupo nos topamos con definiciones de “adolescencia” muy interesantes y me gustaría compartirla con vosotros algunas de ellas:

- La adolescencia es aquella etapa de la vida en que todo nos parece gris, parece que todo el mundo nos ataca, parece que el mundo se nos viene sobre nosotros. Es el minuto en que comenzamos a conocernos y enfrentamos duros cambios, que nos llevarán a ser hombres y mujeres fuertes. Es la etapa en que conocemos nuestras fuerzas internas y debemos aprovechar al máximo este minuto. Esto nos llevará a engrandecernos como seres humanos. (Gina Madariaga)

- Es ese difícil tránsito entre la niñez y la adultez, entre dos mundos maravillosos, en el cual, idealmente, en uno de ellos se recibe y en el otro se da. La adolescencia, es la desazón por cambiar del recibir al dar. Finalmente, la naturaleza es sabia y es obligatorio el tránsito, aunque la gran mayoría de los seres humanos, pasamos a la adultez, con ese pequeño detalle, el no querer dar... (Jaime J. López M.)

- Es un periodo de cambios bio-psico-sociales donde el individuo tiene una búsqueda de una propia identidad, lo cual lo convierte en una persona que es susceptible a cambiar repentinamente su forma de actuar. Está en contra de la injusticia y cree en la justicia, pero si puede conseguir las cosas de la manera más fácil no duda en hacerlo. Tiene gran interés por lo que ocurre fuera del contexto familiar lo que lo hace vulnerable a las adicciones si no hay una buena comunicación con su familia nuclear. La adolescencia no es el periodo más crítico de las etapas de la vida, pero si no se da una educación con límites bien establecidos y con las figuras de autoridad apropiadas o no se respetan las normas y acuerdos, se corre el riesgo de que los padres sean remplazados por otras personas con las cuales el adolescente se identifica, por lo que perderían autoridad y mando. Uno de los motivos para considerar a la adolescencia como una etapa difícil es porque se tienen que tomar decisiones, pero si se da una orientación adecuada no habrá ningún problema. Quizá los padres tienen una idea vendida por los medios, de que la adolescencia es la etapa más crítica, pero todas las etapas pueden serlo si no se afirman los lazos familiares y no se establecen adecuadamente normas y valores. (Pisc. Armando Pérez Flores)

Una cosa está clara, todos somos o hemos sido adolescentes… y que levante la mano quién no se haya sentido alguna vez perdido o incomprendido durante este periodo. Es a este punto al que yo quería llegar: la adolescencia es una época difícil. Por eso, y aunque cada persona es un mundo, es en la adolescencia cuando probablemente más vulnerables nos encontramos ante las influencias externas. Y es aquí donde la droga puede llegar a entrar en la vida del adolescente.

Si a la “edad del pavo” le sumas la nueva sensación de autonomía, la actitud anteriormente desconocida de tener que tomar decisiones por uno mismo, querer estar dentro de los cánones y perfiles que más valora la sociedad, entre otros, obtenemos como resultado a personas que están empezando a conocerse a sí mismas (con las ventajas e inconvenientes que ello conlleva) y que están conociendo multitud de cosas nuevas.

Este tránsito de formarse como persona puede ser un camino de rosas o de piedras. Y es por esto, por lo que pienso que en la época adolescente hay que tener especial cautela ante las drogas, pero es un trabajo que debe venir de la mano de tutores, padres, entidades y ministerios. La información clara y efectiva y no limitarse al “no las pruebes, que son malas” son fundamentales a la hora de prevenir al adolescente.







Después de este breve paréntesis, me parece adecuado mencionar las consecuencias de las principales drogas más consumidas entre los adolescentes, en primer lugar el tabaco y el alcohol, y posteriormente las drogas ilegales más comunes entre los jóvenes.

TABACO

Enfermedades en el…
- Aparato respiratorio (cáncer de pulmón)
- Aparato circulatorio (accidentes cerebro vasculares)
- Aparato digestivo (cáncer de boca, de lengua, de laringe…)
- Otros órganos y aparatos (cáncer de laringe)
- Embarazo adolescente y tabaco (afecciones respiratorias del recién nacido)

ALCOHOL

A corto plazo…
- Trastornos de la visión, del equilibrio, del habla, del pensamiento…
- Abuso y dosis elevadas (embriaguez, agitación, riesgo de muerte por paro respiratorio…)
- Irritación de la mucosa estomacal

A largo plazo…
- Psicosis, encefalopatías, gastropatías, hepatopatías, pancreopatías, polineuritis, miocardiopatías…
- Cáncer de hígado
- Hipertensión. Riesgo de infarto de miocardio

CANNABIS

- Alteraciones de memoria y aprendizaje
- Desmotivación
- Posibles alteraciones psiquiátricas
- Poca capacidad de concentración

COCAÍNA

- Trastornos psiquiátricos, coronarios y cerebro vasculares
- El síndrome de abstinencia provoca insomnio o somnolencia, irritabilidad, agitación, tendencia a la violencia…

ANFETAMINAS

- Taquicardia, hiperglucemia, hiperoxia…
- Ansiedad, insomnio, temblores, vértigo…
- Depresión, delirios paranoides, alucinaciones, trastornos de conducta…

DROGAS DE SÍNTESIS

- Aumento de la frecuencia cardíaca y de la tensión
- Ansiedad, sensación de vértigo y náuseas

HEROÍNA

- Alta dependencia
- Altas cantidades: muerte por sobredosis
- Riesgo de transmisión del SIDA o hepatitis

LSD

- Trastornos psicóticos
- Sensación de pánico
- Delirio y/o alucinaciones visuales

ALUCINÓGENOS

- Distorsión en la percepción visual y auditiva
- Generación de sensaciones irreales




APORTACIÓN PERSONAL


Me limitaré a decir que creo fundamental la información sobre las drogas y sus consecuencias desde bien jóvenes. Es necesario que el consumo de drogas (al igual que el tema de la sexualidad) deje de ser un tema tabú, para que los niños y adolescentes estén preparados y correctamente informados para saber de antemano cómo va a reaccionar cada uno cuando la oportunidad de fumarse un porro o meterse una raya se le presente.

Es por esto, que considero nuevamente el papel de los padres muy importante. Se debe tener la suficiente confianza con los hijos para poder hablar y advertir del riesgo que conlleva el consumo de drogas.

Por otra parte, considero muy positiva la cantidad de campañas antidroga que hay en activo (las fotos que acompañan a esta entrada pertenecen a dichas iniciativas), aunque si el consumo de drogas en adolescente sigue en aumento, creo que deberían reconsiderarse los objetivos que se pretenden alcanzar con estas campañas preventivas e informativas.

Definitivamente, el adolescente es un ser en cierta forma vulnerable y en continuo proceso de formación... si alguien debe ser extremadamente prevenido e informado, ése es el adolescente

miércoles, 12 de mayo de 2010

Cita de la semana


"He cometido el peor pecado que uno puede cometer. No he sido feliz".
José Luis Borges 1899-1986