lunes, 21 de junio de 2010

10ª EXPOSICIÓN: PERSONAS SIN HOGAR





Llega la última tanda de exposiciones, y en esta ocasión toca hablar de los sin techo, o como yo prefiero llamarlos, las personas sin hogar. Las personas sin hogar han recibido y reciben muchos sobrenombres: mendigos, vagabundos, transeúntes, indigentes… en mi opinión, son uno de los colectivos más marginados por la sociedad.

¿Os acordáis de la película “solo en casa 2”? Si la habéis visto supongo que recordareis a la mujer vagabunda que vivía en Central Park y que solía alimentar a las palomas. La misma que ayudaba al niño protagonista a escapar de los dos ladrones que sufrían todas sus perrerías. Recuerdo que, de pequeña, tras ver la película por primera vez pregunté a mis padres que por qué esa mujer vivía en un parque… no recuerdo que me contestaron, pero supongo que alguna explicación coherente que me hizo preguntarles lo siguiente: Y si no tiene casa… ¿por qué es buena?

Esta pequeña anécdota, creo que puede transmitir la esencia de lo que ocurre con las personas sin hogar. Muchas veces, la sociedad no se para a pensar qué es lo que puede haber llevado a una persona a vivir en la calle y damos por sentado que será extremadamente pobre, no tendrá familia o quizá viva así porque se lo merezca. Luego los ves pidiendo limosna en la calle y no se les da dinero porque “seguro que lo quieren para droga o tabaco…”

Lo cierto es que nunca me había parado a pensar mucho sobre la situación en la que se encuentran estas personas, pero recuerdo que hace más de un año, comenzó el programa “21 días” y el primer tema que trataron fue el de la gente que vive en la calle. Cierto es que pienso que este tipo de programas buscan demasiado el morbo, pero lo cierto es que ese día cambió un poco mi percepción sobre este colectivo, que a pesar de no haber sido nunca tan extremista como explicaba en el párrafo anterior, me hizo llegar a la siguiente conclusión: terminar viviendo en la calle es algo que nos puede ocurrir a todos.

Supongo que no soy ninguna lumbrera por haber pensado esto, y seguro que muchos de vosotros lo sabíais desde mucho antes, pero escuchando el testimonio de personas que decían que el hecho de perder a un familiar cercano les había llevado a perder también el empleo y romper con el círculo social de amigos y finalmente, terminar sin nada y viviendo en la calle me hizo interesarme por el tema y, por mi cuenta, informarme un poco más.




No siempre las personas que viven en la calle siguen este esquema, eso está claro, pero sí que pienso que nadie elige ese tipo de vida y que en la mayoría de los casos se debe a un cúmulo de desafortunadas situaciones o a una mala racha que lleva a un individuo a su límite físico y psicológico, que desemboca en puntos tan extremos como el de vivir en la calle.

Sé que muchas asociaciones que trabajan por y para este colectivo, lo tienen muy difícil, porque en muchos casos tratan con sujetos que llevan demasiado tiempo en esa situación y no tienen capacidad ni ganas de intentarlo y empezar de nuevo, además de que es extremadamente complicado reinsertar en la sociedad a una persona que, por decirlo de alguna manera, parte desde cero. Sin embargo, pienso que nada es imposible y que toda ayuda es de agradecer, por lo tanto, y como siempre mi enhorabuena y admiración para todos aquellos trabajadores y voluntarios que luchan por hacer un poco más sencilla la vida de estas personas.

Decía al principio de la entrada, y me reitero, que las personas sin hogar son uno de los colectivos más discriminados y olvidados. Y sinceramente, creo que la principal culpable es la sociedad, que si en muchas de las situaciones de desadaptación social mira hacia otro lado, en estos casos lo hacen aún más.

Recuerdo el día en que viendo el telediario transmitieron una noticia sobre una vagabunda a la que habían quemado viva en un cajero de Barcelona. La señora: María Rosario Endrinal, los culpables de su muerte: tres jóvenes de 16 y 18 años. María trabajó como secretaría de dirección de una cadena de supermercados y un desengaño amoroso la llevó a ahogar sus penas en alcohol, estuvo internada en un centro psiquiátrico y finalmente, terminó viviendo en la calle. ¿Era el hecho de no tener un techo bajo el que dormir el que hacía que su vida valiese tan poco?




María Rosario Endrinal


Olvidémonos del cinismo y la actitud tan pasiva que venimos mostrando la sociedad de hoy en día y comprendamos de una vez, que las personas sin hogar, como su propio nombre indica, son PERSONAS, desadaptadas socialmente y por ello más necesitadas aún de la ayuda y el servicio de las administraciones competentes y de todo aquel que pueda ofrecerla.


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