jueves, 17 de diciembre de 2009

HOY EN CLASE... Bandas callejeras

Hace varios años que estoy al corriente de las bandas callejeras. Conocía a los Latin Kings y los Ñetas, pero hay más, mucho más... Los Trinitarios y los Dominican Don´t Play (DDP) son los nuevos amos. Ambas bandas proceden de la República Dominicana.

El origen, la actividad criminal, las características de cada tribu... toda esta información está al alcance de cualquiera, pues abundan las entradas en internet dedicadas a estas bandas. Incluso múltiples noticias de periódicos contando las "hazañas" de los miembros de las mismas, o afirmando que actualmente las bandas están practicamente desarticuladas...

Pero yo no voy a hablar de ello, comentaré lo que tanto se debatió ese día en clase: ¿qué lleva a una persona a unirse a una banda de este tipo? ¿qué oportunidades tiene de salir por su propio pie de ellas y no recibir castigo alguno?

Me centraré en Pablo, el protagonista de nuestra historia.
En el artículo, Pablo afirma que en el colegio se reían de él ("aprendí pronto que necesitaba protección para sentirme seguro") y nos cuenta también que no conoce a su padre, además se describía como un chico tímido... Cientos de niños pueden estar pasando por lo mismo que Pablo, o sentirse identificado con él en algunos aspectos. Todos ellos tendrían entonces algo en común: una clara situación de desamparo. Pero Pablo si tiene algo de lo que la mayoría de los chicos en su situación no gozan: la oportunidad de cambiar su suerte.
Pablo conoció en la barra de una discoteca a unos chicos que le hablaron de unidad, amistad, lealtad... hasta aquí todo bien, parece que Pablo por fin ha hecho amigos, pero hay un problema, estos chicos pertenecen a la banda Los Trinitarios. Y es a partir de este momento cuando Pablo empieza a perder el control.

Por primera vez en su vida, se sentía valioso, protegido, importante... Pablo haría lo que fuera por conservar esa sensación, y es cuando cruza la frontera de la vulnerabilidad y pasa a convertirse en un adolescente conflictivo. Los trinitarios le pusieron a prueba de una forma acorde con la filosofía de la banda y Pablo aceptó. Pero ya nada importa, y todo está justificado... Pablo ya no se siente solo, ha podido aliviar su dolor...

En su época de trinitario, Pablo robaba establecimientos, atracaba a la gente por la calle, le robó a su abuelo un DVD y una cámara de fotos. Evidentemente, todo esto causó problemas en el hogar de Pablo y falta de entendimiento con la progenitora, con lo cual pasaba en su casa el menor tiempo posible y todo el que podía en la calle, con sus "amigos".

Pero nadie es de piedra, y un día Pablo, durante una paliza a dos miembros de los DDP, despertó. Se dio cuenta de lo que estaba haciendo y quiso cortar por lo sano. Pero en Los Trinitarios nadie hace lo que quiere... después de varias amenazas de muerte, Pablo fue a denunciarlos en compañía de su madre (alguien que siempre había estado ahí, aunque él no pudiera verlo).

Pasó un año en un centro de menores de régimen cerrado y al salir, nadie lo había olvidado. Las amenazas no cesaron... de nuevo se encontraba en una situación de desamparo. Pero él no se arrepiente de haberlo dejado... "Mi vida se parece a una cárcel, pero nunca he sido tan libre en mi puñetera vida".

Mi conclusión, si Pablo no entró en los Trinitarios por motivos ideológicos, sino por sentirse parte de algo... ¿Cuántos Pablos más habrá por ahí dando palizas con bates de béisbol o robando carteras? ¿Qué podemos hacer por ellos? En mi opinión, podemos hacer mucho.

1 comentario:

  1. hola
    me encanto este escrito. Ami siempre me a interesado todo ese mundo de las bandas callejeras,me llama mucho la atencion y me intriga mucho saber que pasa dentro de ellas; incluso he llegado a pensar como seria si yo estubiera en una de ellas, como me sentiria.
    Sigue escribiendo lo haces muy bien :)

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